Por: Carolina López Romero
Comunicadora Social Armónico Agencia Consultora
La evaluación es un instrumento que permite obtener información válida y confiable sobre los conocimientos adquiridos por los estudiantes. La forma cómo los docentes evalúan es fundamental dentro del proceso de aprendizaje porque se relacionan los propósitos y los objetos a evaluar, brindando la posibilidad de transformar los resultados en referentes para analizar e implementar acciones de mejora, fijar responsabilidades y establecer metas.
Evaluar no solo implica medir los resultados, sino también compararlos con indicadores establecidos por el docente para ajustar la metodología a las características individuales de los alumnos y para determinar el grado en que se han conseguido las intenciones del proceso.
Para Belén Alcaide Suárez, experta en educación: “la evaluación es uno de los elementos más importantes del currículum, ya que va a dar calidad a todo el proceso de enseñanza-aprendizaje y es por medio de ella que se retroalimenta. No sólo afecta a los procesos de aprendizajes de los alumnos, sino también a los procesos de enseñanza desarrollados por los profesores y a los proyectos”.
Los exámenes tradicionales no dan una visión clara sobre la habilidad de los estudiantes aplicando los conocimientos, tampoco permiten evaluar sus competencias ni mejorar los procesos implementados; por lo cual se plantea la evaluación alternativa que “incluye una variedad de técnicas, entendiendo estas como cualquier instrumento, situación, recurso o procedimiento que se utilice para obtener información sobre la marcha del proceso”, explica el psicólogo Miguel Zabalza.
Por esta razón, el reto actual del sector educativo es desarrollar estrategias de evaluación centradas en los estilos de aprendizaje de cada estudiante que resalten sus fortalezas para que respondan a una integración e interpretación del conocimiento y su transferencia a otros contextos.
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