Según el Estudio Global de Niños por Fuera del Sistema Educativo, desarrollado por el Ministerio de Educación Nacional MEN y Unicef (Unicef, 2012), en Colombia, a pesar de que existe un aumento en la cobertura del Sistema Educativo y mejores índices de calidad, aún persisten problemas como: ingreso tardío o temprano, bajas expectativas frente al retorno de la educación, repitencia, deserción o rezago en el aprendizaje de los niños, las niñas y los adolescentes a lo largo de su curso de vida. Así, las desigualdades en materia de educación persisten y en zonas rurales, aumentan.
Entender el proceso de aprendizaje de cada estudiante, vincular sus intereses, perspectivas y opiniones al proceso educativo, así como acompañar los acontecimientos claves a lo largo de su curso de vida, tendrá efectos positivos en su proceso de desarrollo y aprendizaje. Esto requiere avanzar progresivamente a un sistema educativo que ubique en el centro a los estudiantes, construyendo propuestas articuladas y pertinentes a los diferentes contextos socioculturales y a las experiencias propias que enfrentan las niñas, niños y adolescentes en la sociedad actual.
Durante 2015, 836.840 niños y adolescentes no transitaron por el Sistema Educativo Formal por encontrar diferentes tipos de barreras socio-culturales, económicas y pedagógicas. En el mismo año, de los 87,293 niños que desertaron del Sistema Educativo, el 49% de ellos, se encontraban cursando grados asociados a los cambios entre niveles educativos y de los 237,870 niños que repitieron el grado escolar en el mismo año el 36% estaban matriculados en esos mismos grados.
Se ha documentado que una historia con fracasos en los recorridos de los niños por el sistema escolar, significa relaciones de baja intensidad con la escuela y es el resultado de un sistema escolar que fracasa, pues no puede asegurar a los niños, niñas y adolescente las condiciones requeridas para mantenerse y aprender en el sistema (OCDE, 2017). Según la Encuesta Nacional de Deserción, si bien hay factores contextuales que inciden en la decisión de los estudiantes de continuar o no en el sistema (como transporte, alimentación o infraestructura), es clave enfatizar acciones en el rendimiento académico y al proceso de aprendizaje de los niños: según los estudiantes el factor que más afecta su deserción es que no lo consideran útil a futuro, según los docentes a los estudiantes no les gusta estudiar, y según los secretaries hay demasiadas dificultades académicas, (ENDE, 2012). Por ejemplo, en quinto grado, el 38,5 por ciento respondió que las clases les parecían divertidas, mientras que ya para grado once el porcentaje disminuyó a un 14,4 por ciento.
De esta forma, Unicef y Corpoeducación, de la mano con el Ministerio de Educación Nacional, ha desarrollado orientaciones técnicas enfocadas al diseño e implementación de un conjunto de prácticas efectivas en los establecimientos educativos para disminuir el riesgo de deserción y reprobación, y con esto aumentar la probabilidad de que los estudiantes transiten y construyan aprendizajes de calidad. Al conjunto de estas prácticas se ha denominado Protección de las Trayectorias Educativas.